jueves, 18 de noviembre de 2010

LECTURA: DIEZ AÑOS DESPUÉS

Faltando dos años para la transferencia del poder a los civiles, CARETAS solicitó a diez constituyentes- de diversos sectores- una reflexión sobre el gobierno militar. Publicamos extractos de sólo siete de ellos por razones de espacio. (*)

ERNESTO ALAYZA GRUNDY
¿Cómo calificaría estos diez años de gobierno militar?
Le diría que en estos diez años ha habido un intento de hacer cambios profundos, intento que, lamentablemente, no traía un programa suficientemente claro y coherente. El resultado es que no se han alcanzado las metas que se han anunciado, además, había un vicio de origen: un proceso de cambio como el propuesto requería una conducción política madura y experta y la Fuerza Armada no podía ofrecer, en lo político, estas características. Esto hace que a mi juicio el balance sea negativo.

¿Cuál cree que fue el error más discutible?
El más grande fue romper el proceso político normal del país. Una vez más la fuerza armada ha quebrado el sistema normal de renovación política, ha impedido que haya un verdadero debate en torno a los problemas del país. Ha impedido el ascenso de nuevas generaciones.

¿Hubo algo positivo?
Evidentemente. Para empezar, la transferencia de las tierras y la liquidación de la situación anterior. Se puede hacer muchas críticas a la reforma agraria, pero hay que reconocer que se ha producido sin sangre, sin violencia. Ahora viene, claro, el proceso de la organización y optimización de las empresas del campo, pero hay que admitir que el primero y difícil paso se ha cumplido. Positiva fue la nacionalización del petróleo, así como la de ciertas empresas mineras. ¿Que no se hicieron siempre de la debida forma? Cierto.

De otro lado, el Estado ha tenido que entrar a una posición de empresario. Creo que se le ha pasado la mano, pero entre el exceso y la negación había razones para que hiciera algunas de las empresas que hizo. Yo creo en la economía de mercado, pero eso no quiere decir que el Estado no pueda tener sus propias empresas

HUGO BLANCO
¿Hubo algo de bueno en estos diez años de gobierno militar?
El fracaso de la primera fase en su intento de reglamentar la penetración imperialista está mostrado en la entrega total de la segunda fase y su arrodillamiento ante el Fondo Monetario Internacional. Este es un ejemplo más del fracaso de las débiles burguesías de los países del llamado tercer mundo en sus intentos de reglamentar su servilismo frente a los poderes imperialistas.

¿Cuál es la alternativa?
Creo que en América Latina la alternativa fue mostrada por Castro. El único país que ha podido realmente independizarse de Estados Unidos ha sido Cuba, que socializó su economía.

Usted, tan vinculado al campesinado, ¿no cree que la reforma agraria fue un paso adelante?
Ha habido algo positivo: que los grandes gamonales han sido desplazados. Pero la tierra no esta en manos de los campesinos. Y si en la Convención eso sucede, aunque en forma imperfecta, es porque ahí el campesino luchó por la tierra. Pero en las zonas donde ha sido el campesinado el que ha impulsado la reforma, vemos como las seudocooperativas mantienen al campesinado sin capacidad de decidir. Ahí quien manda es un señor ingeniero. No es extraño que muchos campesinos luchen contra la cooperativa, como ha sucedido en Antapampa.


JAVIER DIEZ CANSECO
A diez años del gobierno militar, ¿qué es lo que queda, a su juicio, de toda esta experiencia?
En primer lugar, estos diez años significaban el fracaso de la política de un sector de la burguesía nacional, reformista, estrechamente vinculada al imperialismo e incapaz de viabilizar un proyecto burgués nacional como los proyectos de la burguesía europea. En segundo lugar, significan también la acumulación de un conjunto de atropellos y de actos lesivos a los intereses de las grandes mayorías nacionales y a la soberanía nacional, actos que se expresaron, por un lado, con un intento de corporativización del movimiento popular en el terreno sindical obrero, o en el terreno gremial campesino. Y en ambos casos se ha culminado con un rotundo fracaso: la CTRP y la CNA han terminado independizándose de la dictadura militar. Actos lesivos a la soberanía, porque el país se encuentra hoy más estrangulado que nunca por la banca imperialista y los organismos financieros internacionales. En tercer lugar, estos diez años significan una experiencia de indudable valor para el movimiento popular.

¿No hubo nada, absolutamente nada positivo, nada bien intencionado?
González Prada decía que las revoluciones se miden por sus frutos y no por lo que predicaron como objetivos.

¿Ni la reforma agraria?
Para nosotros, la reforma agraria no ha entregado la tierra al campesinado. Quienes han recibido tierras, desplazando efectivamente a los conductores terratenientes o grandes burgueses agrarios, han sido empresas estatales, manejadas por otra fracción de la burguesía. Si se quisiera encontrar algo positivo habría que decir que la dictadura miliar ha acelerado la sustitución de la hegemonía de los sectores oligárquicos, y secundariamente terratenientes, por una hegemonía más depuradamente burguesa, más vinculada a la burguesía industrial y financiera, que es la beneficiaria del proceso…

LUIS NEGREIROS
¿Cómo calificaría esta década de gobierno militar?
De frustración. Los objetivos del gobierno no se cumplieron, el gobierno ha fracasado.

¿A pesar de que esos objetivos asumían propósitos del Apra?
Los enunciados son una cosa; los resultados otra. Estamos viviendo una crisis política, financiera y económica muy honda. Y la política se mide por resultados.

¿Usted cree que la reforma agraria ha sido también un fracaso?
Si. En primer lugar, porque hay un 50% del campesinado que no tiene tierras. De otro lado, las empresas asociativas no han significado en la mayor parte de casos una mejora en el nivel de vida del campesino. Por otra parte, la baja de la producción y de la productividad.

¿Todo fue malo?
No. Hubo cambios importantes que, lamentablemente, por una defectuosa metodología, por ausencia de una ideología definida, no arribaron a resultados que todos deseábamos.

La reforma de la educación tiene una serie de principios plenamente válidos. Pero ¿en manos de quienes ha estado? Quienes han dirigido efectivamente la política educativa del régimen han demostrado incompetencia. Otro ejemplo: el enunciado de la comunidad laboral es positivo; pero fueron los sectores comunistas, alentados por el gobierno y quienes no pueden creer en la coparticipación, los que bloquearon este ensayo.

JAVIER ORTIZ DE ZEVALLOS
¿Cuál es, para Usted, el balance de estos diez años?
Yo llegué a pensar: quizás los equivocados somos nosotros. Quizás nosotros éramos los ciegos, los que no queríamos caminar, los tímidos. Pero el resultado ya lo estamos viendo: ¡la razón la teníamos nosotros!

¿Cuál cree que fue el peor error?
Que se impidiera la fiscalización de la prensa, ya que no había parlamento. Culpa fue también de los periódicos, que no dieron la gran batalla. Claro que ellos esperaban, como todos nosotros, lo que podía hacer el gobierno. Esperaban, a ver si esto era la maravilla. Si hubiera sido la maravilla, no habríamos actuado más en lo político, habríamos sido totalmente superados.

¿Hubo algo positivo, sin embargo?
Se hicieron cosas que debieron ser buenas. La reforma agraria, que todos los sectores más o menos preconizaban, pudo hacerse de manera que se fortaleciera el campo. Hoy, por ejemplo, el Perú es el menor consumidor de fertilizantes de los países del Pacto Andino. Lo que pasó es que las cosas se hicieron con mucha demagogia. Pienso en esa frase “el patrón no comerá más de tu pobreza”, que se la atribuyeron a Túpac Amaru. Falso. Esa frase no existe. En todo caso, nunca la pronunció Túpac Amaru.

¿Es que no hay nada rescatable en la reforma agraria?
Claro que si. Creo que lo mejor fue que se acabara el latifundismo. Ese fue un punto a favor. Ahora lo que hay que hacer es reactivar el campo, a partir de la realidad, a partir de lo hecho.

ALBERTO RUIZ ELDREDGE
En el común de la gente hay un sentimiento de frustración y fracaso respecto a estos últimos diez años ¿A qué cree que se debe esto?
Yo no hablaría del común de la gente. Hablemos de cierta capa social alta o media. Si habláramos del común de la gente tendríamos que ir al campo. He estado con dirigentes campesinos y entre ellos, al contrario, hay un recuerdo cariñoso y una añoranza de los primeros años del proceso revolucionario. Es que no se puede negar que en ese periodo no sólo se realizaron reformas importantes sino que el pueblo fue por primera vez protagonista y presencia activa en el panorama político.

¿Cómo se condice esa frase sobre el supuesto apoyo popular a la reformas con el hecho de que ustedes, por ejemplo, hayan obtenido el 6% de los votos en las últimas elecciones?
Perdone, quiero aclararle algo. Hay una etapa que va de 1968 a 1975, en la que se mantiene al tope el proceso revolucionario –con sus errores, que hay que reconocer. De esa época a aquí hay una decadencia, un cierto desmantelamiento.

¿No cree que esa decadencia se deba principalmente a la crisis económica engendrada en la primera fase?
Yo creo que más que económica es crisis financiera, y sobre todo política: de decisiones políticas. El Perú tiene potencial económico. Tiene 550 millones de barriles de petróleo cubicados, que tienen un valor estimado de 7 500 millones de dólares. El Perú ha duplicado su producción de cobre. La crisis hay que analizarla bien, lo mismo que la deuda. A diciembre de 1974 la deuda externa sumaba sólo 1 444 millones de dólares. Ahora se estima en alrededor de los 8 000 millones. Pero hay que ver lo que eso significa en toda la serie de obras públicas: las minas de cobre, las refinerías, Majes, Bayóvar, el oleoducto, los reservorios de Piura, la irrigación del Chira-Piura.

Usted dijo que la revolución había cometido errores. ¿Qué errores?
Creo que el pueblo debió tener una participación mayor. El pueblo pudo impedir errores, como las deportaciones, por ejemplo. Ese fue el error principal. En materia de economía hubo una política muy conservadora. Si hubiera sido una política más acorde con un proceso revolucionario, se hubiera avanzado más.

JAVIER VALLE RIESTRA
Sedimentadas las pasiones y con perspectiva histórica, ¿Qué han significado para el país estos diez años?
Tendríamos que repetir lo que dijimos en medio de la pasión: que este gobierno ha significado un descalabro para el país. Las revoluciones se miden no por las palabras sino por los resultados. Y los resultados son: un pueblo que decrece económicamente, una desocupación del 50%, una crisis moral sin precedentes. Así que no veo por qué tenemos que elogiar nada ni aceptar el engreimiento de los militares, que pretenden que se institucionalice el descalabro.

¿No hubo nada rescatable, nada positivo en estos diez años?
Tendría que simular una posición que no es la mía. ¿En qué terreno debe ser defendido el régimen militar? Se dice que hizo la reforma agraria. La hizo, muy bien: ¿pero a qué precio?, ¿ha mejorado la situación del campesino? La reforma agraria hecha al amparo de las bayonetas ha significado una crisis en el campo, la militarización del campo…

¿Ni siquiera obra física, ni siquiera Majes, oleoducto, Poechos…?
Ya sabemos que el oleoducto es una obra faraónica. Todos estos gobiernos nacionalistas castrenses se han caracterizado por su deseo de grandeza. Un ministro del régimen ha dicho que las reservas de petróleo no duraran sino hasta 1982, con lo que el oleoducto deja de ser rentable.

(*) Tomado de "Caretas" Dossier sobre 50 años de historia nacional. 2002

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